Observo, absorbo... luego comunico.
- Alejandro Martínez
- 4 feb 2016
- 4 Min. de lectura
Abordar el tema de la comunicación en una estructura gerencial siempre puede llevarnos a lugares comunes que poco ilustran la verdadera esencia de esta herramienta. Pasearnos por conceptos de comunicación ascendente y descendente, formal e informal, poco se acerca a la realidad actual dentro de una empresa, o al menos lo que debería conformar el eslabón comunicacional de una organización hoy día.
Son cada vez más las herramientas comunicacionales que barren los límites de la direccionalidad en la comunicación dentro de una empresa. Así, vemos cómo los recursos del social media, por ejemplo, pueden colocar en un mismo foro a un gerente general y a un empleado sin necesidad de etiquetas. Tanto vale la opinión de quien ejecuta las labores prácticas de una organización, como de quien toma las decisiones desde arriba. El único requisito es tener acceso al amplio campo de las redes sociales. Surge así un intercambio de experiencias que bien puede beneficiar a todo un sector empresarial, como a la propia organización de la que parte el debate.
Pensar en la posición de un empleado, para comunicar una duda o queja dentro de la empresa, desde una posición inferior, es cómo imaginar a un hijo escribiendo un memorándum a sus padres para solicitar que sea alimentado. No sólo es ajeno al proceso natural, es sencillamente engorroso y distante. Hoy día, las organizaciones pueden jactarse de haber llevado los canales de comunicación a niveles impensables en otros tiempos. Para hablarlo desde una terminología específica, estamos al frente de una comunicación multidireccional en todos los niveles de una organización. La comunicación interna cuenta ahora con herramientas tan versátiles como acertadas. “Lo que dicen nuestros clientes” ya no se trata de una frase de mitad de pasillo, sino en un indiscutible tema de conversación en esa reunión semanal en la que empleados y gerentes intercambian los alcances y fallas de la empresa en su rendimiento reflejado por ejemplo en las redes sociales. Ese acercamiento sólo es posible en una institución donde tienen claro que el pilar de su éxito no tiene otro soporte más que: la comunicación.
Desde mi punto de vista como futuro gerente de una empresa, no puedo dejar a un lado el concepto de comunicación como parte de mis recursos para ensalzar mi modelo, mi proyecto. No creo en canales cerrados de comunicación, y en cambio quisiera dar acceso a cualquier herramienta que cumpla con el objetivo de enriquecer el camino hacia la meta trazada, y además, supere las expectativas de crecimiento y desarrollo del talento humano bajo mi manejo. Si se consigue un funcionamiento armónico de la comunicación en una empresa u organización, esta se convierte en una herramienta invalorable para el crecimiento sostenido. Una estrategia de comunicación se diseña en una organización para comunicar de manera efectiva y cumplir con los objetivos marcados.
Ahora bien, cabe destacar que la comunicación toma un matiz todavía más relevante en el ámbito gerencial se la contextualizamos en el término global. Viene a formar parte de una indiscutible herramienta para acercar equipos, unificar criterios, consolidar prácticas gerenciales a distancias y sobre todo eso, acortar distancias en una dinámica actual que conlleva a levantar toda una cadena organizacional con numerosas sucursales de establecimiento físico apartado. Además, una comunicación fluida y sin etiquetas permite lograr resultados positivos en la creación del denominado sentido de pertenencia del trabajador a su empresa. Cuando uno como gerente, hace sentir a sus empleados y socios como parte de un gran equipo, como parte del gran empuje que impulsa el éxito de una organización, cada individuo lo retribuye en orgullo y dedicación al alcance de la siguiente meta. Una cadena por demás productiva y sana para el desarrollo sostenido de la empresa.
En este sentido, consideremos que las generaciones de hoy ya no posicionan la variable éxito como un factor solitario en la cúspide. Por el contrario, asumen que el éxito es solo un derivado de “hacer lo que me gusta”. La verdadera plenitud de las generaciones de relevo a los gerentes de hoy, no es llegar a ser los líderes de una empresa próspera. Es sentir que su aporte es útil, valioso, relevante, trascendente. El éxito de hoy día no se traduce en bienes materiales necesariamente, se proyecta en cambio como ese brillo en los ojos del individuo al momento de desempeñar su labor, con la satisfacción de hacer lo que verdaderamente le motiva en la vida.
Aprovechando este factor emocional, es importante que las metas trazadas partiendo desde el punto de vista comunicacional estén alineadas con los objetivos de la empresa como tal. No hay gerencia de calidad que no considere un alto nivel de comunicación para poder ser consecuente con sus objetivos generales.
Por otra parte y retomando el tema en el contexto global, no debemos limitarnos a pensar en globalización como una definición que nos lleve a pensar espacios geográficos distantes, en otros países. Pienso que se malinterpreta mucho el término frecuentemente para limitarlo a un tema de internacionalización. Se trata más bien de cómo el ser humano ve el mundo desde su trinchera. Como gerente o empleado de una empresa, digamos, como individuo que forma parte de un todo empresarial, puedo ver cómo se manejan las estrategias comunicacionales en empresas de Brasil o Argentina y hacer un paralelismo con las nuestras. Un simple ejercicio que redunda en definitiva en aprendizaje y todo esto logrado ¿a partir de qué? ¡De la comunicación! Considero personalmente que no hay material, experiencia o práctica externa de nuestros similares que no pueda dejar una lección que atender para enfrentar tus propios retos como organización. No importa si es positiva o negativa, pues de ambas se pueden sacar conclusiones importantes para andar el camino con un poco más de preparación. Por eso desde mi “en sus marcas… listos… ¡fuera!” practico la muy importante actividad de observar y absorber cada metodología expuesta, cada experiencia y cada vivencia de quienes van delante de mí, en aras de un muy anhelado desempeño profesional pleno.

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